top of page

"Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie"

Actualizado: 30 jul 2024

Original 29, Nov 2023


 

La frase se le atribuye al Carlo 1ro de Anillaco. En verdad fue una referencia de Guillermo Vilas en un programa con Neustadt. Aún así, queda en el espíritu cultural aquello asociado con el presidente de los 90s.

Curiosamente, tres décadas más tarde, vemos que tal cosa es una imprecisión. Como si en aquel momento fuera necesario esconder los objetivos reales pero ahora todo pudiera ser expuesto y determinado a simple vista para que esa “sinceridad” dé sustento a las acciones. Es decir, no se buscan acciones benéficas para el país sino al menos la “sinceridad” de esas acciones, decir que se va a hacer el mal y hacer el mal, decir que se va a hacer el daño y hacerlo pero al menos “decir las cosas como son”. Ese mismo atributo se le adosaba a Trump y es común para toda una facción de políticos y figuras que “hablan honestamente” y que no tienen problema en ser “políticamente incorrectos”. En la misma línea es el motto o slogan de “terminar con la casta” lo que se asemeja a esa frase de Trump de “Drain the swamp” (Drenar el pantano) donde capitaliza sobre su aparición “desde la no-política”, el énfasis en la “anti-política” y la fantochada de “acabar con el Estado”.

Argentina es un país de trabajadores. No hay competencias establecidas en cuanto al conocimiento, la ciencia y el desarrollo académico que sean a su vez tenidas en cuenta para el desarrollo de las políticas del país. No significa ésto que no haya personas con capacidades y conocimientos, sino que muchos son especialistas y técnicos que no pueden abordar nada más que la especificidad de sus propias ramas. Por otra parte tenemos grandes masas de trabajadores que carecen de ningún tipo de conocimiento de economía o estudio afín que pueda aportar su granito de arena a la construcción de una nueva sociedad. Todo lo que el argentino promedio sabe decir es que “al país se lo saca adelante trabajando” y “agarrar la pala”. Atrás han quedado los días en los que se decía “agarra los libros”. Parece ser entonces que toda persona del país, independientemente de su autodeterminación política, aboga por un “alpargatas sí, libros no”.

¿Acaso el común de las personas comprende algo de lo que se dice en referencia a economía? ¿Comprenden las citas a la escuela económica austriaca y demás? Los economistas de nuestro tiempo me recuerdan constantemente a los sacerdotes de la iglesia católica y de aquel tiempo en donde la misa se daba en latín. Nadie entendía una palabra de lo que se decía, porque las masas no comprenden latín, y por ello tenía una función especial, cuasi mesiánica, donde se veía a esos oradores como seres especiales y superiores. Ocurre lo mismo con la relación de “agarrar la pala” y ya no más el “agarrar los libros”. Hay que trabajar con temor y temblor, como Dios manda, sin levantar la cabeza y sin pensar pero siempre adorando a “esos” que demuestran tener el conocimiento. El nivel de alienación de la sociedad rompe todo esquema.

El apelativo al espíritu rebelde funciona y se re-acondiciona con cada generación. Es el problema del “que se vayan todos” (como el nuevo “terminar con la casta” o el “drain the swamp”), sabemos “lo que no queremos” pero no sabemos construir nada por fuera del sistema organizativo que ya hay. Solo llegamos a la parte de destruir, especialmente porque en la mayoría nadie sabe cómo funcionan los organismos del Estado, la economía y nada que no sea “trabajo directo”. Todos saben trabajar pero nadie sabe cómo organizar una sociedad, todos saben de “la economía del hogar” (la microeconomía), lo personal pero nadie sabe de macroeconomía. Éstas dos cosas son muy distintas.

La superación de un momento, como el de los 90s, para poder decir francamente lo que se va a hacer, hoy en día, evoca un paralelismo de acción. Aquello que “no se dijo” pero se hizo en los 90s, (como: la privatización de las empresas estatales, aéreas, trenes, puertos, YPF y cualquier tipo de activo del Estado) hoy se puede decir y hacer. Lo interesante es que fue esa misma mecánica de “empeñar las joyas de la abuela” lo que mantuvo el pan para hoy y hambre para mañana en los 90s. Parece ser que lo mismo habrá de ocurrir. El Estado es, para los liberales económicos, una gallina de los huevos de oro donde se puede hacer dinero para los amigos y dejar que las cuentas la pague el siguiente. Pero también es un análisis en función del tiempo que debemos atender.

En los 90s la venta de los activos del Estado crea una bolsa de dólares que se utilizan para mantener la convertibilidad. En términos sencillos, supongamos que tenemos una casa y la vendemos (entera o por partes) para tener “más dinero”. Lo que ocurre es que tenemos dinero “líquido” pero no tenemos más propiedad sobre el inmueble ni tampoco podemos utilizarlo para generar ningún tipo de ganancia. Ahora consideremos que tenemos “ingresos-gastos” en el año y, para nuestra alegría, tenemos “abundante efectivo” para gastar (que viene de la venta de nuestro hogar). De ahora en más alquilamos un departamento en un área costosa de Palermo, salimos todas las noches a los mejores bares, comemos en restaurantes de primera línea (comida que no entendemos que es porque nuestro paladar no comprende pero igual gastamos), nos vamos de viaje, alquilamos una ferrari, organizamos festines con odaliscas, tomamos clases de tenis con figuras reconocidas, vacacionamos en Punta del Este con “vedettes” y compramos ropa en Miami.

Al final de cuentas la confusión es entre activos y liquidez. Tener el dinero en mano “nos quema” y el balance de ingresos-egresos se va al tacho por asumir que el dinero va a continuar existiendo desde la nada o que “hay que darse el lujo hoy” o que “que importa el mañana?”.

Una vez que se gastan todos los activos (la casa), ¿quién te dará un préstamo? Todo banco exige un colateral o algo a lo que agarrarse como seguro por el préstamo. ¿Qué nos queda? Es allí donde los recursos naturales del país entran a jugar para paliar la situación. Se entregan el agua, los ríos, los minerales, la tierra, el petróleo, la fauna, etc. Todo se privatiza a cambio de préstamos para poder solventar las cuentas del “día a día”. Así dependemos de “tarjetear” las necesidades básicas y quedamos en un ciclo continúo de deuda. Porque pedir un préstamo para “hacer una obra” (en la casa/nación) y acrecentar el valor de los activos es entendible pero ¿tener que tarjetear la comida y los consumos cotidianos?

En algún sentido es la misma idea de la “venta de órganos” o que “todo está a la venta” lo que prima y como tal es relativo a la venta de, primero, los activos del Estados y luego los suelos, recursos naturales y todo elemento que compone el territorio. Es decir, “los órganos” de la nación.

Una vez que ese proceso está en juego se consolida la imagen del colonialismo económico. Aunque los tiempos han cambiado continuamos “enviando materias primas a los países centrales para luego comprar de ellos las manufacturas”. Así será entonces que enviamos el litio a Europa para que lo procesen y nos envíen baterías para los autos eléctricos. Y con ellos llevando a cabo el mismo tipo de “contaminación focalizada” que la soja. El auto eléctrico contamina, pero esencialmente en la extracción de los minerales para su creación, por ende esa contaminación se focaliza en los países con materias primas. La contaminación es (en comparativa a emisiones de CO2) la misma pero queda concentrada en el país donde se extraen las materias primas.

A partir de esa “entrega” de los recursos naturales y la exportación de commodities-materias primas, es que se evidencia un problema más: los “términos de intercambio”. Éste concepto, puesto de manera sencilla, evidencia la relación entre exportaciones e importaciones. “¿Cuántas toneladas de soja tengo que exportar para importar un tractor?” Digamos que en los años 1940-1950 podríamos (hipotéticamente) exportar 50 toneladas de soja y eso equivaldría al valor de importar un tractor. Hoy en día toda la industria, especialmente tecnológica, requiere de grandes inversiones. No es más “la simpleza” de una maquinaria agrícola y rústica para el trabajo lo que se requiere. Hoy mismo todo equipamiento, por más que corresponde a la industria más sencilla, posee un nivel de desarrollo de investigación y técnico sumamente avanzado.

Así es como la eterna novela del “campo” como artífice del valor de la nación se construye para que se mantenga la idea de que las exportaciones de materias primas van a “salvarnos”. De forma paralela con el “agarrar la pala”. Es decir, tanto el primero como el segundo ejemplo descartan la idea de ciencia, investigación, conocimiento, desarrollos tecnológicos, producción, etc. ¿Quién es tan inconsciente para agarrar una pala para realizar una obra cuando tiene una retroexcavadora?

Los commodities, fuera de algunos períodos, han perdido valor a lo largo de muchas décadas (si bien ha habido un “boom de los commodities” con el ingreso de China a la OMC luego del año 2000 y durado hasta la crisis sub-prime). Aún así el problema es siempre ese balance. ¿Ve usted a las naciones centrales basar su economía en la exportaciones de commodities? No. Toman los commodities de otras naciones, las procesan, retienen el valor agregado por el conocimiento y lo exportan a los países de la periferia.

Aquí es donde se necesita dar préstamos a los países de la periferia. Porque si no se les dan préstamos ¿cómo harán para comprar las manufacturas que los países centrales producen? “Te doy un préstamo para que compres con ello mi mercadería”. Así como el patrón que le da un vale al trabajador rural para que compre en el almacén (que pertenece también al patrón).

La novela del campo es feudal. Y vivimos en un tecno-feudalismo. “Porque si las cosechas van bien tendremos para comer, pero si tenemos una mala cosecha habremos de pasar hambre todo el año”. Es medieval y patético.

Se debe notar que todo lo que he expuesto es cíclico. En sí mismo carece de comienzo o fin. Pero algún ejemplo a lo largo del tiempo siempre es útil. ¿Qué ocurrió con el Paraguay que intentaba industrializarse en el siglo XIX? El cipayismo local, comandado por las fuerzas industriales del momento (como Inglaterra), se abocaron a dar guerra con el país vecino (y la llamaron “la guerra de la triple alianza”).

Perón recurre a un plan quinquenal con sustitución de importaciones. La industria creció. Pero es también ese el problema de los intereses de determinados grupos en mantener a una población “agarrando palas” en vez de formarse como ciudadanos más elevados. El modelo de Pinochet que se vió guiado por Friedman y los chicago boys apunta a lo mismo. Hoy en día Chile es un gran exportador de materias primas y semimanufacturas hacia todo el mundo (desde cobre, frutas, vinos y productos forestales). De igual forma que Argentina sufre aún la lógica de ser “el granero del mundo”.

En términos monetarios/financieros ocurre algo similar con los “flying capitals” o capitales voladores/golondrinas. En donde el “dinero” circula libremente entre los países pero con la particularidad que se toman préstamos para que “retornen” a los países centrales y paraísos fiscales. En otras palabras, se toma un préstamo en nombre de toda nación para que luego se libere la circulación de esos montos a otros centros financieros. Casi de igual manera, como se hizo en diciembre de 2015, que se quita la obligación de “liquidar divisas” a las exportaciones en un determinado período. Lo cual implica que si realizo exportaciones por un valor X, no tengo obligación de ingresar ese monto X al país. He aquí otra forma de quemar las reservas del banco central.

En cuanto a la retórica, es común encontrar la idea de “cambio” o de “borrón y cuenta nueva” apelando a las generaciones más jóvenes. Porque no hay razón para cargar con los pecados de nuestros padres. ¿Por qué deben los más jóvenes cargar con errores del pasado y hacer frente a las obligaciones de los que vinieron antes? ¿Qué deber cabe en los nuevos trabajadores si los anteriores han elegido mal, bien o masomenos?

La idea de “destrucción creadora” tiene un atractivo para los jóvenes por ese mismo sistema de pensamiento del mundo. Cortar las cadenas que nos atan al pasado porque no somos responsables y crear algo revolucionario desde “cero”.

El problema de aquella lógica es que no hay nunca un “momento cero”. Es imposible el borrón y cuenta nueva en términos absolutos. Siempre estamos en algún punto del ciclo que he mencionado anteriormente. Recuperando los activos del Estado, luego llega un grupo que los liquida para crear una bonanza temporal, y las vacas flacas quedan para la siguiente generación, que debe pedir préstamos, trabajando hasta que recuperan la soberanía sobre los recursos y la producción, para volverse (una vez más) atractivo para privatizar “la casa” (nuevamente). Etc, etc, etc. Y volver a repetir.

El amor por la casa-nación es también un problema de herencia. Heredamos una casa que no es para nada, nada, nada perfecta. ¿Qué hacemos con ella? Demolerla, venderla por partes, rematarla, prenderla fuego, venderla a un otro para volversela a alquilar y mientras gastamos el dinero, etc.

Hay que crear axiomas que rompan con el eterno retorno al espíritu de colonia. Reglas doradas inamovibles. Fundamentos intocables. Porque no nos es posible “vender la casa e irnos a la …”. No existe esa opción para una nación. No hay forma de vender el país y comprar otro. Aquí es donde la metáfora de la casa demuestra su límite (entre micro y macroeconomía). No sirve pensar que al vender la casa a un X, y volversela a alquilar, vaya a “funcionar mejor” porque va a saber administrar mejor la casa. Si! es mejor administrador! Pero no para el inquilino sino para el propietario y para los intereses personales.

Sí no consideramos “la casa” como propia es fácil venderla. “He heredado esta pocilga, la venderé y alquilaré algo mejor en la zona cara de Palermo y luego viajaré a Miami, y ..”. Mientras tengamos la misma mentalidad de escapar a “crear nuestro hogar” como nación continuaremos vendiendo lo que tenemos para vivir alquilando.

Entradas recientes

Ver todo
Tragedias y Farsas

La apatía y el cinismo, la actitud del apolítico  y la intención de pensar “por uno mismo”. Todos estos elementos proveen un resultado...

 
 
 

Comments


Rabab Afgano
  • Instagram
  • Twitter
  • YouTube

Mantente informado,
únete a la lista de correo

¡Gracias por suscribirte!

bottom of page