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Cyberpunk

Actualizado: 30 jul 2024

Originalmente del 19, Mayo 2023


¿Qué nos hace humanos? La luz de las estrellas tarda en llegar. ¿Desde cuándo es que dudamos de las respuestas? Darwin nos ofreció conclusiones. Un 98% de correlación del ADN entre humanos y chimpancés ¿hay necesidad de más pruebas? Venimos de la naturaleza y a ella vamos. Toda pretensión ontológica de superioridad divina o metafísica que establezca una raíz o concepción de superioridad en el escalafón del orden, del “cosmos”, cae por el suelo. Todo parte de la naturaleza y así todo es física o Φύσις (fisis, physis, fusis — que no es otra cosa que la denominación de “naturaleza” en griego antiguo). Si yo tengo un alma, todo lo tiene, si “el otro” o “lo otro” no tiene un alma, yo tampoco habré de tener nada. Cada objeto de mi alrededor, cada trozo y cada átomo es elemento circundante que compone al todo y yo dentro de él, usted dentro de él. El problema que subyace es elemental pero negado a los ojos de la mayoría. ¿Qué habrá de diferenciarme de aquel perro de Pavlov? Frente a tal suceso, escalofriante y con una negación rotunda por parte de las mayorías que buscan el “acto volitivo”, es que se expresan el alma, la voluntad o gracia divina, el aliento de la deidad que nos ha conferido una superioridad ontológica o quizás en el acto de la creación de nuestra imagen a su semejanza. ¿No incurrimos en el pecado de la soberbia? Creemos tener mayor poder de decisión y aducimos cualquier tipo de excusa para no asumir que el objeto de deseo y la necesidad es lo que nos condiciona.


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Hace poco me he dado el tiempo para ver y escuchar hablar a una de esas personas que venden conciliación y autoayuda a quién lo necesite. “Motivación” es como le llaman. Aquella persona decía “tu cuerpo es tu capital”. Es en verdad curioso escuchar términos y términos siendo que cada uno sabe lo que sabe su profesión, su experiencia y el uso del lenguaje es algo tan maleable. La gramática propia de cada cosa es un símbolo al cual el receptor llena con sus propios deseos y capacidades. ¿Quién está en cualidad de dar una definición de capital dentro de los parámetros de la economía dura y pura? ¿El cuerpo es capital? Es decir, ¿el cuerpo de un ser humano es capital? La “carne” es una vaca muerta y es un elemento que constituye en sí capital porque es a partir de la transformación que ha sufrido el animal hacia la conversión de un commodity se da lugar a su comercialización. La transformación, o la creación de concepto, de vida a cosa, de animal a carne-objeto, de humano a capital. “Son solo simples juegos de palabra, detente con tanto absurdo”. Quizás, mi deseo es el error, ¿cuántas veces hemos deseado estar equivocados?

Detenerse a pensar y dudar de la composición lógica del sistema organizativo humano, con la economía y por ende con el capitalismo como regulador de la sociedad-física-recursos, no puede hacernos daño. ¿Estamos todos de acuerdo en que el mundo se regula por la economía? La economía no es otra cosa que el estudio de la asignación de los recursos. Los recursos son naturales, como el agua, la tierra, los minerales, los combustibles, etc, y por otro lado los de la creación intelectual humana, pero es aquella que se considera como tangible o como capital físico lo que aquí nos ocupa. ¿Estamos de acuerdo en que somos y venimos de la naturaleza así como los chimpancés, los gatos, los perros, las arañas y demás? ¿Qué nos distancia de ser un recurso? Le recuerdo que el sistema organizativo de la economía refiere a la organización del recurso humano como labour-trabajo (lo más cercano a su definición en el ámbito de la física) y los recursos como dinero, maquinaria, tierra y demás tangibles que son explotables y que pueden “trabajar” en base a fuerza (como máquinas, bueyes, burros, caballos, computadoras, robots, etc) reemplazan el acto de la “fuerza de trabajo” o el “recurso humano”. La teoría del trabajo humano es compleja porque si existe un elemento que nos diferencie de los demás animales sobre la tierra simplemente podemos señalar el acto creativo y el arte en su forma más amplia que incluye todos los atributos de la imaginación y expresión humana.

En la Argentina aún tenemos una concepción de aquella economía (más que) clásica de David Ricardo en cuanto a la tierra; algo así como la riqueza de la nación en la tierra con su bella impronta del medioevo. “Si llueve y tenemos buena cosecha habremos de vivir otro año, caso contrario habremos de sufrir y combatir con la desesperación y el caos”. Si denoto tal suceso es porque no hemos arribado aún a Smith, y nos falta un largo tramo. Pero fuera de tal hecho es el foco en “el capital” lo que me preocupa. ¿Estamos en capacidad de disociar capital de humanidad? ¿Podemos acordar que el ser humano no es un objeto (es decir un capital) comercializable así como fue con los esclavos?


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La cruzada que llevamos adelante en nuestra era del siglo XXI es una que se disputa el control absoluto de la materia como único Dios de la era. No hay dos dioses. No los hay desde hace mucho. El politeísmo fue abolido en occidente hace bastante tiempo y por razones varias que no puedo explicar aquí. Por consiguiente ¿A que Dios respondemos en nuestra era? Y si tal pregunta tiene una máscara demasiado extraña para su gusto permíteme reformular la pregunta ¿Dónde radican los atributos de Dios? Es decir, el bien, lo bueno, la ética, el orden, la justicia, la verdad, la última palabra y demás nombres de Dios ¿dónde se encuentran? ¿Quién dictamina lo bueno, lo malo y lo feo? El dios mercado. Porque donde manda capitán no manda marinero y en el mundo físico no existe lugar para lo metafísico. ¿Ha leído usted alguna vez un libro de ética o moral económica? La economía, y sobre todo la capitalista, parte de la voluntad del poder, el deseo de poder, la ganancia sobre la pérdida del otro porque en la física, en el mundo tangible, no hay capacidad de “hacer aparecer nada” ni tampoco un win-win, la materia no se multiplica como los peces. ¿No es acaso que se dice que nada es gratis? Todo es algo por algo. No se puede estar bien con Dios y con el Diablo, se debe “elegir”.


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El concepto del bien. Aquella creación que se asume como existente objetivamente es algo curiosa pero en definitiva una construcción que objetiva la voluntad. Cuando se realizan críticas al capitalismo es recurrente encontrar a los defensores que esgrimen tal y cual afirmación en contrario y asumen que uno puede solucionar todas las problemáticas y si no debe hacer silencio. En las artes veo el ejemplo más sencillo de explicar. “¿Es ésto arte?” “Pues, dime cuanto sale y te diré si es arte” Es una idea algo capitalista ¿no cree? Bajo los cánones del capitalismo aquello que produce y factura, que “crea” riqueza y se comercializa es bueno y aquello que no pasa a desuso y destierro pues no hay lugar para lo que no “se adapta para sobrevivir”. Se me acusa de maquiavélico cada vez que propongo tal lógica. Es una lógica económica y es únicamente una parte del mundo pero ¿no es acaso esa parte del mundo que organiza el dinero, los recursos, el tiempo, el hogar, la luz, el gas, el alimento, el esparcimiento, la salud, el acceso a educación y demás? Dígame que está fuera de la regulación de la economía y le diré que poco vale. ¿La moral? No podrá pagar la luz con eso, ni tampoco el gas. La moral y sus equivalentes, “la cultura del trabajo” son algo así como aquel número de reclamo que se nos da cuando fallan los servicios. La grabadora nos dará un número de reclamo para que podamos hacer el seguimiento; atesore su numerito, si algún día han de atenderle puede decir “tengo un número de reclamo” y recitarlo antes que le digan que están intentando solucionar el tema y colgar. Puede quedarse con toda la moral que quiera y regocíjese en su esfuerzo y sacrificio.

Es en el tema del arte donde veo mayor gracia al funcionamiento y la creencia de que la sociedad tiene varios dioses que coexisten, tal como si la economía-capitalismo también fuera atravesada y contenida por un suceso de la moral-ética u otro dios que encarna “lo bueno” por fuera de la lógica de la ganancia cuantificable. La decadencia y la deshumanización del arte nos lleva por el sendero de la computación, los procesamientos, las grabaciones adulteradas a más no poder y en definitiva el arte fast food o chatarra. Adoro encontrar a los sujetos que aplauden a Dios capital y su libro de ética maquiavélico para luego decir “pero eso está mal” o referir a que se está idiotizando a la sociedad con tal artista, tal músico (o mejor dicho pseudo-músico) y todo tipo de programas expresan desagradables muestras de “cultura” y manufacturan el consentimiento de muchísimos sujetos de pavlov para volverlos simples trabajadores-consumidores pasivos. Para esos adoradores que no han leído sus propios libros sagrados mi respuesta siempre es la misma “el mercado se regula solo” y así es como el capital-poder hace lo que puede y hasta donde se le deja hacer. No puede coexistir un poder con otro, tienden a conflictuar y luchar, algo debe ceder frente a algo. Si es tan importante el dinero pues bajo tales estándares de la economía aquel que más vende es “mejor” que otro que menos vende. Quién más factura es bueno y mejor. Quién vende más entradas, discos, tiene más seguidores, “crea” más “riqueza”, etc. ¿Bueno? ¿Malo? Nada de eso, it’s the economy, stupid.


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Si damos por muerto a Dios es porque la metafísica ha desaparecido y con ella el bien, la justicia, la verdad y demás atributos que solo a la totalidad competen. El Leviatán ha virado en sentido a la economía del capital. Porque quién diga lo que es bueno debe hacer ésto como exposición que excede o existe por encima del tiempo-espacio, la historia y el futuro; el “bien” en su forma absoluta es un determinismo demasiado alto, quizás excesivo para los humanos. Si nada de la metafísica queda y con ella mueren también el alma es entonces el lugar de lo terrenal, lo físico, lo natural, la tierra y la materia circundante lo que se postula como el único elemento de la existencia. Todo se puede comprar y vender porque todo viene de la física y así todo puede pasar de su estado vivo a su estado de capital.


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Las revoluciones industriales son culpables de crear avances en los procesos y la producción que desplazan al ser humano de la actividad productiva. Las fábricas no funcionan como hace un siglo atrás, se encuentran mayormente mecanizadas. Las actividades de producción tienen una correlación con la economía de escala y el capital (máquinas, robots, computadoras, sistemas y programación) reemplazan en gran medida a variedad de oficios. No ve más torneros, fileteros, zapateros, sastres y otros oficios de tales estilos con regularidad ¿o sí? La economía produce en masa y así acopia el precio más beneficioso para la masa, el volumen termina ganando sobre la calidad, no nos engañemos con lo contrario o dicho de otra forma “millones de moscas no pueden estar equivocadas” ¿no es cierto?

Aquellos que ensalzan el capitalismo tienen razón en tal punto. Los avances de la tecnología, independientemente del costo moral-humano que pueda haber, han sido muchísimos y así también es como el ser humano se vuelve obsoleto por el simple hecho de que el capital es más eficiente en los procesos. No hay, hoy en día, cientos de estibadores trabajando en un barco sino que a partir de grúas y de eficiencia de procesos se reduce el error y el recurso humano a emplear. Cada cual sabe en su profesión como se han reducido los esquemas de personal y procesos para ser más “eficientes”, abaratar costos o lo que fuere. Aún hoy, sabe usted y cada cual con su tema, que existe tal proceso que podría ser más eficiente si solo se modificara un pequeño detalle, pero tal cosa haría que muchas personas se “quedaran” sin empleo.

El capital habrá de liquidar al capitalismo. Porque la eficiencia hace inútil a la cosa misma. ¿Qué será de la policía si es tan eficiente que hace desaparecer al crimen en su totalidad? ¿Qué será del médico si es capaz de curar de forma absoluta a todo paciente? ¿Qué sucede si descubrimos la ambrosía para saciar la sed y el hambre en forma eterna? La necesidad es requisito anterior a cualquier satisfacción y así es como crear necesidad es tener inventiva siendo que la necesidad es la madre de la invención. Crear necesidad es entonces la base de la recurrencia en el progreso. El capitalismo se contradice al mejorar sus procesos y desplazar el recurso humano porque tiene el potencial de crear mejores condiciones de vida generales pero a la vez “crea la necesidad” de que cada ser humano “trabaje” cuando ya se ha vuelto obsoleto. La crítica de las figuras neoliberales (o libertarias del capitalismo) expresan tales críticas en el hecho de su rechazo al keynesianismo (una contradicción burda pero oculta al ojo común). Para aquellos que la palabra les sea conocida habrán de seguir la línea de pensamiento. Pero para dar un sencillo elemento de explicación es, en resumidas cuentas, la “creación” de empleo por el simple hecho de dar empleo. “Romper las calles para crear empleo al arreglarlas”. Usted sabe y conoce más de un caso de incongruencias de éste estilo.


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Los trabajos del siglo XXI están en los servicios, en la “creatividad” (?) de vender objetos y experiencias insulsas e inútiles a las personas, en condicionar los cánones de verdad y valor, en la transvaloración de todo lo que pueda ser manufacturado para generar ganancias. Oh mundo descrito en el diálogo de los Melos, en Maquiavelo, en Smith con su homo economicus, en Hobbes en su Leviathan y aún así nos aferramos a las esperanzas de lo bueno, lo bello, la empatía y la bondad humana. El marketing y la publicidad, la construcción del trabajador-consumir y todo el aparato de autoayuda y cohesión social a través de los gurúes, los servicios terapéuticos, la psiquiatría y demás son las herramientas de la orquestación social. El mundo de cada sujeto es su trabajo pero su trabajo no es el mundo.

Cuando el ser humano se ve desplazado, por el aumento de la población y las revoluciones tecnológicas, ¿qué nos queda? Keynes, hace casi ya 100 años, nos decía en su ensayo respecto al 2030 que podríamos dejar de trabajar tanto y ocuparnos a nuestra humanidad, al arte, al conocimiento y la búsqueda de esa cualidad superior que nos hace humanos. John Kenneth Galbraith afirmaba lo mismo. Ambos economistas y aún así tenían más corazón y sensibilidad humana que muchos de los sujetos que hoy existen a lo largo de toda función económica y de cualquier distinción humana. ¿Qué hacer cuando el capital, las máquinas, la tecnología y en definitiva todo lo que no es humano tiene la potencialidad de suplir el trabajo humano? La bibliografía y la presentación de este problema en la cultura popular abunda: tanto en Blade Runner, como en Alien, en Metrópolis como en Matrix, en Gatacca como en Total Recall, Robocop o Elysium; así hay infinidad de libros como Frankenstein, Do robots dream with electric sheep?, sin olvidar al tratamiento filosófico de todos los pensadores del existencialismo de cualquier corriente, el utilitarismo, el positivismo, etc. etc. etc. El ser humano se vuelve obsoleto por los cánones del capitalismo.


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¿Qué más hay? Pues, el ser humano tiene un cuerpo y tal cosa es materia comercializable. En todo el espectro de izquierdas o derechas el veneno del posmodernismo nos agobia. Sucede con el caso de la venta de sangre y órganos que por un lado se intentan normalizar. En EEUU la venta de sangre genera cientos de millones de dólares y obviamente recurren a esa salida quienes no pueden cubrir sus gastos de vida de otras formas. Se asume la misma lógica con la prostitución puesto que “todo es trabajo” y “cada uno es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo” (sin olvidar quienes se entregan al ejercito o a los mercenarios, hora llamados “contratistas” o “private military companies” para crear una forma de subsitencia en el “war economy”). De tal manera se deja claro, implícitamente, que no hay un escalafón ni sesgo moral que impida ningún tipo de transacción pues todo está a la venta. El día que una persona no pueda conseguir empleo habrá de decirse “pues puedes vender sangre, prostituirte o puedes sino enlistarse en el ejército o PMC para matar y saquear con soltura porque son todos trabajos”. La alusión a “trabajo” da un tono dignificante o un color “moral” a cualquier actividad. Las llamadas “izquierdas” desbordan de estupidez en este sentido pues con sus concepciones de trabajo y creación de trabajos facilitan la comercialización y “capitalización” del cuerpo humano como cualquier otro commodity. En tal sentido el cinismo de la liberalización de la totalidad capitalista o ese capitalismo absoluto que dice ser “libertario” (cosa que aún me resuena chocante) son al menos más claros y lineales en este sentido. Confluyen ambas líneas en el mismo resultado por una grotesca falta de conocimiento económico y de teoría dura.

¿Qué diferencia hay entre una vaca que se transforma en carne y un humano que vende sus órganos? Nada. Para el capitalismo más claro y libre de cualquier tipo de restricción todo está a la venta. Es la corriente de las expresiones cyberpunk lo que nos ofrece la visión de ese mundo del comercio de la totalidad en donde la liberalización de las transacciones y la “libertad” de hacer imperar la necesidad es el Dios. He aquí la razón por la cual todas las profesiones y empleos del mundo decaen, porque los seres humanos se ven reemplazados, a excepción de los ejércitos, las armas, la policía, la gendarmería, la producción de material bélico y de control de la población, tales filas se rellenan a cada rato y los estados-nación así lo requieren porque al final de cuentas el orden y la moral serán aquello que el más fuerte habrá de dictaminar.


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Pero la encrucijada más clara y obvia es aquella que conjuga la “creación de empleo” porque en verdad pocos empleos de utilidad quedan con la reducción del consumo de los materiales, commodities y por ende elementos de la física del planeta. “Crear más empleo” pero que no consuma recursos… ¿Es eso posible? Lo bueno de nuestra sociedad es que siempre se puede tirar hacia adelante el problema, hasta que no se pueda estirar más. La encrucijada de “trabajar” más pero consumir menos es imposible y es de por sí algo que en las estadísticas de quienes manejan las economías está calculado hace muchísimas décadas. No hay crecimiento infinito en un mundo finito, no importa “crear riqueza” si eso implica destruir el aire, el agua y la tierra, es simplemente asumir que la “economía” está ontológicamente por encima de la “física”, ¿usted cree que eso es así? El problema central del mundo del “trabajo” es que el mismo no es el “mundo de la economía” y aún así este último está, y siempre estará, por debajo del mundo tangible de la física. Nada supera a las limitantes naturales por más que pueda existir un gráfico que diga que hay que “crecer al 10% del PBI anual”.

“Todo da igual”. Así el nihilismo social y el vacío guiado por el deseo y la necesidad dan un manto de piedad a toda transacción económica. No existe el bien en términos absolutos sino relativos. Relativos al lente del observador y si tal cosa es el lente de la economía capitalista es entonces el ser humano un commodity excesivamente abundante en la tierra donde es preferible tener más ganado y esparcimiento. En cierto sentido toda la corriente de empatía y amor para con los animales parece tener una utilidad peculiar en el desplazamiento de la cuantía empática que puede abordar un individuo. Si consideramos que hay una “cantidad” de empatía a ubicar en nuestro mundo personal pues adosar tal cosa a los animales desplaza esa respuesta a partir de la visión de nuestros congéneres. Decir entonces que los animales y los humanos son los mismos abre la puerta tanto a elevar a los animales a la cualidad de humanos y tener los mismos derechos como reducir el estatus de los humanos a la categoría de recursos naturales (ya perdiendo la categoría anterior que era casi tan sincera como: “recursos humanos”). Suelo ver que optamos por “esperar lo mejor”, siempre, sin prepararnos para lo peor ¿por qué?

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